FSL: Francisco Solano López o Fast Sex Light - Raudo Sexo Luminoso
Quiero arrancar con honestidad diciendo que primero fue el
erotismo:
Si alguien al desgaire me preguntara qué me impresionó del maestro
FSL diría que sus mujeres. Esas hembras terrenales, muy latinas,
donde la opulencia manifiesta no desborda la estética y del cruce
entre las curvas audaces y la solidez de las carnes emana un aroma
sensual que se queda prendido en la membrana pituitaria y cuyas
imágenes danzan incansables en mi retina: las tetamentas voluminosas
y con pezones incandescentes, las pegajosas vaginas voraginosas de
labios henchidos y brillantes, auténtico remolino concitador de
pistoneo; impresionantes nalgatorios con potentes muslos en
consonancia, dibujados con precisión de líneas y exactitud de
contorno, pocos gramos más los convertirían en pesados, perderían
esa esfericidad lúbrica que los baña y tornarían vulgares a las
viñetas de alta densidad erótica; espléndidos anos domesticables
con el empeño y que van cediendo ante cualesquier verga monstruosa
para adoptar la forma del pene introducido y quedar como un agujero
de borde irregular que palpita en tonos de la gama del rojo: aquí
rememoro ese coito anal del sexto tomo de Young Witches (guión de Pol) ejecutado con
maestría por Lilian y Clayton, acariciando, humedeciendo, dilatando
y por fin insertando en medio de gemidos, pedidos, e inflamadas loas
al aro mágico que flexible traga y expulsa para volver a componer
una y otra vez la melodía jadeante del placer o la perversa secuencia que ocurre en Instituto 2 - Prostíbulo del Terror (con guión de Ricardo Barreiro) en un sótano dispuesto para almacenar jóvenes drogadas que sirven como espectáculo en el cabaret que alberga la mansión.
Pero en un segundo
momento reflexivo y cercano al género de nuestros amores, pienso
también en el
futuro aplicado a la nación
argentina, que convertido en una de las preocupaciones de la dupla Oesterheld -
Solano López, plasmó una rutilante leyenda en la que Juan Salvo se
transmuta, por obra y gracia del poder del noveno arte, en símbolo
de argentinidad. No habrá otra obra como “El Eternauta”, está
simultáneamente viajando con nosotros y transformándose en nuevas
versiones y, a su vez, conservada en el ámbar de la historia, con
esos tics que la enriquecen y la abren a multitud de interpretaciones
y despliegues. Insistir en su significado es reiterar lo ya vivido,
quedémonos con el sabor inspirador del mito e incluyamos otras
expresiones del género de nuestros amores: la CF.
1. La
recreación de clásicos en clave de ciencia ficción:
como ocurre con Slot-Barr. El nombre del héroe apenas disfraza a los
autores (su socio Ricardo Barreiro es el artífice del texto en esta incursión que acometieron con éxito perdurable) y se convierte
en una extensión gráfica de la dupla creadora que realiza las
maravillosas y en ocasiones sicalípticas aventuras espaciales.
Slot-Barr pasa de lumpen proletario a convivir con Lim, el simbionte
alienígena que le trasmite funciones, poderes y pensamientos, los que le
permiten arrostrar las peripecias que atraviesa mientras viaja por la
Confederación del Núcleo. El inicio con la presentación del
personaje le debe mucho a Alfred Bester y “Tigre, Tigre” y a una
versión amable de “Amos de Títeres” (Robert Heinlein) o de
“Barrera Siniestra”, de Eric Frank Rusell. A pesar de o gracias a
que la psicoterapeuta es la cereza del postre, se traza otra ruta
para demostrar que uno puede aproximarse a un cuento clásico para
homenajearlo pero otorgarle otro sentido al avanzar con el
tratamiento de su contenido (“Hom”, de Carlos Giménez, retomará
esa derrotero basándose en “El lento atardecer de la Tierra”, de
Brian Aldiss).
Como puede
observarse, el cúmulo de referencias podría extenderse, pero coloco
un par de ejemplos adicionales para redondear la idea: la Reina
Vampira de Prócer se acerca más a las versiones cinematográficas,
pero no deja de enlazarse con el irónico planteamiento de Damon
Knight en “Servir al hombre”;
Astra-Kill es una recreación de
“Moby Dick” de Herman Melville bastante lograda y que de
inmediato lleva recordar a Philip José Farmer en “Las ballenas
volantes de Ismael”;
culmino el recuento con “Un planeta llamado
Rebelión” donde se entrelazan Frederik Pohl y Cyril M. Kornbluth
con la noción de “campbellización” (“Mercaderes del Espacio”)
para convertir en dependientes a las personas, pero en un marco de
reclutar soldados para que peleen por el imperio al estilo de “Bill,
Héroe Galáctico” de Joe Haldeman. La riqueza de tópicos es enorme, tratados de manera adecuada se convierte en un placer seguir los sucesos, con frecuencia de mucho riesgo o de connotación sexual, por los que deriva Slot-Barr.
La Near
SF
(ciencia-ficción cercana, en este caso con doble sentido) es
asimismo frecuente: verbigracia, releer La Última Batalla (con guión
de Alfredo Grassi) en el marco de la fenecida Guerra Fría a lustros
de diferencia, no aminora su impacto. Plena de dinamismo, los
movimientos del comando de abordaje semejan los de una danza letal,
los corpulentos submarinistas ataviados de negro devienen en solemnes
asesinos y el final trepidante que perdura en la
memoria es de tal grado que cuando comentamos “historieta argentina”
basta decir “la del submarino” para que sepamos que estamos
conectados con el recuerdo de los pujos bélicos que condujeron a ese trágico final de civilización.
CF Erótica:
Las libidinosas sagas cósmicas de Peter Kock (otro nombre para
Slot-Barr en Ediciones Eros, quizás por problemas de derechos,
también con guión de Ricardo Barreiro) y donde destacan no sólo
las escenas lésbicas del Tomo 1, página 11,
sino la planificación
y encuadre de las escenas de combate en la viñeta 16 del Tomo 2
la resurrección y
desintegración de la criogenizada que despierta entre las páginas
13 a 16 del Tomo 3: la muerte del tremendo y horripilante gusano de "Villorrio y Monstruo - Tomo 6, páginas 18-19
Amplío para recomendar las divertidas anécdotas mudas de Sexy Symphonies & Silly Symphony, que con ambos nombres las he tropezado en mis singladuras por la red; además, las sextraordinarias aventuras (con guión de Pol) de Young Witches, protagonizadas por Agatha y Lilian (en particular “El Instituto” y “El Prostíbulo del Terror”), con una galería de personajes donde se codean Sherlock Holmes, los doctores Watson y Sigmund Freud, Dorian Gray y hasta las diosas Ishtar, Shiva y Kali, para alcanzar un alto voltaje carnal con diversas perversiones y voluptuosidades tántricas, que van desde la zoofilia hasta la administración de enemas con drogas que enajenan la voluntad, y eso ocurre mientras se dan una vuelta por Egipto, Carolina del Sur y Tíbet. Como comprobarán, no hay desperdicio y uno termina con un interrogante rondándole la cabeza: ¿Estará la inocencia reñida con cualquiera de las peripecias narradas… acaso existirá?
CF Surrealista:
con esos vericuetos fantásticos que aportan con exquisito tacto los
guionistas argentinos, Solano López se encarna en Ministerio, donde
lo secunda su compañero de muchas historietas, Ricardo Barreiro,
convirtiéndose en una magnífica expresión de esa otra tendencia
frecuente en estos autores: una pesadilla lúcida que crea su propia
coherencia mientras desenrolla absurdos acontecimientos que parecen
extraídos de Franz Kafka, repletos de peligros, emociones, combates,
amoríos y, sobre todo, acción a raudales.
Aventura pura y dura,
remeda en cierta forma las peripecias acaecidas en las arcologías
propuestas por Robert Silverberg en la “La Torre de Cristal” o en
“Bestias”, de John Crowley.
A su vez, fuera del
género agrego en el listado de obras a releer la excelente “Águila
Negra” (con guiones de Eugenio Zappietro, que firmaba como Ray
Collins) que recorre, con sentido trágico, aliento épico y ritmo
trepidante, la Segunda Guerra Mundial en el continente europeo.
En
ocasiones, la emoción se me ha anudado a la garganta con estas
breves pero potentes incursiones en personajes bélicos o civiles que
nos muestran los costados de la guerra como el cómic suele
mostrarlos: intensos y sintéticos, pero sin ser despojados de su
multidimensionalidad.
Propinó una sorpresa con "El Día del
Juicio” trepidante narración de una venganza que empieza con la muerte de Pablo Escobar y termina con la explosión de la bomba definitiva, realizada con rigurosidad y expresivos dibujos, en colaboración con Ricardo Barreiro.
No he querido
revisar “Ana” (con guión de su hijo: Gabriel Solano),
ya en su momento la emoción
me embargó al leerla y para estas pocas frases de homenaje
respetuoso basta con señalar que este otro aspecto del polifacético
FSL, el de luchador social que en ocasiones se extravía entre
colosales posaderas y glándulas mamarias exuberantes, es auténtico
y tanto lo caracterizó que sufrió por ello la persecución política
de la tiranía militar de Jorge Rafael Videla y sus secuaces, teniendo
que marchar al exilio.
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