¿VIDA EN UNA ESTRELLA DE NEUTRONES? Astronomía gravitatoria y tecnología ultradensa


Debido a un par de notas leídas en Tendencias21.net, una sobre SIMP J01365663+0933473, nombre de una estrella descubierta en 2016 en la constelación de Piscis y clasificada como una enana  marrón  grande y masiva que produce  una aurora resplandeciente inexplicable y que viaja en solitario por el espacio, sin orbitar a ninguna estrella, y otra titulada: “Sorprenden a 20 estrellas intrusas cruzando nuestra galaxia”, recordé una reflexión sobre seres vivientes en estrellas de neutrones redactada para Sitio de Suñer Iglesias y Velero25 hace ya bastante rato y decidí compartirla con ustedes y con la revista de mi amigo Roberto: Jak'e Aru, que ya está asimismo en la red.

 Para revisar la relación entre la literatura de ciencia-ficción y el cine de ciencia-ficción nos basta relacionar la pobreza argumental de films como EL DÍA DE LA INDEPENDENCIA y el libro que les comentamos a continuación para comprender que, excepto los efectos especiales el cine, excepto algunas honrosas excepciones ya clásicas: BLADE RUNNER, ALIEN EL OCTAVO PASAJERO, 2001: UNA ODISEA ESPACIAL, LA LLEGADA, INTERESTELAR, se encuentra retrasado respecto a la literatura por lo menos en varias décadas. Hay que resaltar que para redactarlo me basé sustancialmente en el excelente anexo científico agregado a la novela, lo cual debemos agradecer a Bruguera, ya que con frecuencia las editoriales cometen actos reprobables con sus obras.


El autor ha dedicado dos novelas a especular sobre las posibilidades de vida en una estrella de neutrones, describiéndonos con ironía, en una Saga grandiosa, la historia de sus moradores, los Cheelas; en Huevo de Dragón cuenta lo que les ocurre con la aparición de la nave estelar San Jorge, su instalación en órbita en torno a su estrella y el intercambio de información que se lleva a cabo por medio de computadoras hiperveloces y capaces de manipular símbolos muy complejos por parte de los terrícolas; luego, el nuevo rumbo que toma la vida de los cheelas y su historia. También describe convincentemente los artilugios y máquinas que tienen que inventar y construir para ayudar a los astronautas terrícolas a escapar de un desastre motivado por un seísmo que sacude violentamente la corteza de esa estrella de 20 kilómetros de diámetro y la deja prácticamente deshabitada y sin tecnología; excepto por un grupo de científicos quienes quedan aislados en las instalaciones de un ascensor espacial que edificaban en el momento de la catástrofe, para mejorar el intercambio de información con la San Jorge.

La primera diferencia de tales seres con nosotros consistiría en que tendrían que soportar un colosal campo gravitatorios, que, dependiendo de las masas de las estrellas consideradas, oscilarían entre 10.000 y 100.000 millones de veces mayores que el soportado por los terrícolas. Específicamente, en el Sol de neutrones Huevo de Dragón ubicado en la constelación de Draco, la cifra equivaldría a 67.000 millones de veces el campo gravitatorio de la Tierra. Las naves espaciales terrestres que flotasen sobre la estrella estarían obligadas a construir compensadores de gravitación provistos de seis masas ultradensas para mantenerse en órbita y no ser tragados por la fuerza gravitatoria de la estrella de neutrones.

El campo magnético también alcanzaría miles de millones de gauss y tendería a deformar la materia en el mismo sentido de sus líneas de fuerza, tornando muy difíciles los movimientos de los cheelas en sentido transversal (sería más fácil trasladarse de este a oeste o viceversa que de norte a sur o viceversa); debido a tales hechos su arquitectura estaría obligada a imaginar diseños bajos y muy reforzados que siguieran las líneas del suelo. Además, la energía y la luminosidad llegarían de abajo, atravesando la ardiente corteza (con una temperatura de 8.200 grados Kelvin), pero serían permanentes en cualquier lugar de su superficie (mientras que las nuestras varían y llegan de arriba y afuera).

Sufrirían de cortezamotos o estrellamotos, según fuesen las magnitudes de los eventos desencadenados; no tendrían casi atmósfera, (si exceptuamos los electrones e iones de hierro y otros elementos nucleares, azotados furiosamente por los brazos giratorios del campo magnético que los impulsaría a velocidades próximas a las de la luz, originando potentes ondas de radio). No existirían tampoco lluvias, ríos, lagos o mares, porque las condiciones de la superficie de la estrella de neutrones no lo permitirían.

Probablemente no gozarían del sueño, pero si poseerían almohadas y superficies blandas para descansar, su ciclo vital estaría determinado por el giro sobre si misma de la estrella, algo más de cinco revoluciones por segundo (observable en el firmamento por la rotación de las estrellas fijas), por lo cual sus unidades de tiempo diferirían de las que utilizamos nosotros. Si, para un giro sobre su eje, la Tierra requiere de 24 horas, los cheelas en ese lapso habrían girado 432.000 veces. Por otra parte, llegarían a ser un millón de veces mas rápidos que nosotros debido a que su metabolismo dependería de las reacciones nucleares que tendrían lugar entre las partículas de sus núcleos desnudos, por lo cual nos encontraríamos con un difícil problema de escala para comprendernos e intercambiar información y conocimientos; tales acontecimientos motivarían a las familias cheelas a dedicarse generación tras generación a acumular información, datos, detalles, etcétera. Probablemente designando a diversos grupos de sus habitantes para que mantuviesen un seguimiento a cada uno de los tripulantes de las naves visitantes, quienes nunca llegarían a enterarse o a calcular cuántos raudos y casi infinitos cambios de personajes transcurrirían durante los intervalos en que atendiesen la transmisión.

No requerirían respirar ni tendrían pulmones, pero si aparato digestivo. Flexibles, resistentes, se desplazarían mediante deslizamientos ondulantes; planos, anchos y elásticos no se vestirían, pero si se embadurnarían con pinturas fluorescentes, con lo cual crearían arte y sus calles y lugares de reunión resplandecerían con múltiples formas y colores, observables con 12 ojos distribuidos por su periferia lo cual les otorgaría una visión de 360 grados. Para ver utilizarían rayos ultravioletas ó rayos X blandos emitidos por la corteza de Huevo de Dragón.

 Sus cuerpos del tamaño de un grano de sésamo pesarían sin embargo lo mismo que un cuerpo humano (unos 70 kilos), por ser su materia altamente densa. Sus mascotas o animales de compañía serían semejantes a las Cheelas infantes, sólo que más estúpidos y chillones, quizás porque las difíciles condiciones no propiciarían la biodiversidad, la abundancia de especies y la heterogeneidad. Las plantas recurrirían a raíces perforadoras muy profundas y troncos reforzados con nervaduras y sujetos a postes centrales por medio de soportes de tensión, postes triples enlazados con membranas y tensores ó, mezclas de telaraña con membranas. Con los Cheelas el comercio se reduciría a un sano y provechoso intercambio de información y conocimientos, ya que, al contacto con la suya, cualquier objeto confeccionado con nuestra materia, colapsaría.

 Como son seres ultradensos viviendo en un mundo ultradenso, su tecnología se basaría en máquinas ultradensas. Sus libros serían en forma de rollos para mejor soportar la gravedad, y sus relojes de péndulo funcionarían tan exactamente como en la Tierra (sólo que muchísimo más veloces), teniendo en cuenta que su diseño incluiría poderosos refuerzos para soportar el movimiento del péndulo. Los cheela podrían poseer máquinas para enviar mensajes al pasado o al futuro mediante cilindros que alcanzasen a girar a la mitad de la velocidad de la luz: el análisis de Tipler (desplegado en el artículo Cilindros rotatorios y la posibilidad de una violación global de la causalidad en Revista de Física/ 1974) señala que existe una zona próxima a la parte media del cilindro, pero fuera de su superficie, donde se mezclan espacio y tiempo, por lo tanto si se escogiese una trayectoria adecuada, un objeto o fotón podría enviarse a circular alrededor del cilindro en el mismo sentido del giro o en sentido contrario para que se vaya al pasado o al futuro respectivamente llevando un mensaje.

Otras maquinarias existentes podrían ser:
a. Catapultas gravitacionales para transporte espacial;
b. Toroides (donuts) que llevan arrollados tubos por donde circulan corrientes de masa que generan campos gravitacionales que impulsarán hacia arriba cualquier objeto colocado en el centro del toroide;
c. Generadores de curvaturas espaciales fabricados mediante el recurso de la distorsión espacial métrica de Kerr, que consiste en una masa giratoria en forma de anillo ultradenso. Lo que entrase por el agujero del anillo no saldría por el otro lado, sino que penetraría en un hiperespacio donde espacio y tiempo estarían intercambiados y, dependiendo de los movimientos del objeto, a favor ó en contra del sentido de giro del anillo, se podría retornar eventualmente al universo de partida si moviésemos correctamente el objeto hacia atrás y a través del agujero del anillo. O sea, que el anillo funcionaría como una máquina del tiempo de doble sentido, lo cual, aunque expande nuestra capacidad de asombro suspende nuestra tarea de redacción.

Forward también abordó la Science Fiction Hard en "El Muno de Roche" y "Maestro del Tiempo" y extendería esas especulaciones en Camelot 30K, divertido relato sobre la relación establecida entre sus moradores y el equipo de humanos que llegan a explorar su sociedad y su planetoide. Los keraks de Camelot 30K son descritos como una mezcla de insectos y crustáceos, que cual caballeros artúricos realizan torneos y aman damas de alta alcurnia, acometen pantagruélicos banquetes y tejen intrigan mientras combaten a las fuerzas de las ciudades vecinas, pero de ese hablaremos en próximo post.
En esta ocasión las fuentes de las imágenes son en su mayoría desconocidas, de algunos si tomé la referencia: la cámara-cangrejo es de Jamie Martin; los hermosos dibujos del arquero, la diosa crucificada, los tlatoanis y el shaman del mexicano Raúl Cruz Figueroa; los crustáceos en combate de Allen Wei; el centauroide de Robin Chyo; el meca en la selva de Rodrigo Vega. 
 

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