Pantalla de Éxtasis o No hay Inmortalidad para los groseros
Pantalla de Éxtasis o
No hay Inmortalidad para los groseros
Serie Horizonte Cercano
Hace dos años inicié una singladura con este blog teñida de esa nostalgia por sucesos que nunca ocurrieron pero deseamos que hubieran sucedido, semejante a la melancolía que impregna la Trilogía de Durdane de Jack Vance, la serie de la Cultura de Iain Banks o esos estrangulantes finales de Charles Wilson y que recorre ese sendero de baldosas amarillas que conduce a recuperar los sueños que queremos compartir con los demás, sobre todo con mi hijo Arcadio en http://artbyarion.blogspot.pe/ y a la espera de que Leonardo se decida a incursionar en esta interminable espiral del esfuerzo digital que nos agita.
Dedicado a los horticultores de Bijagós
que germinaron sin saberlo la idea y vinculado al imborrable recuerdo de
Sentencia de muerte para la grosería de Jack Ritchie, de
quien en parte he parafraseado el título. Asimismo es un homenaje a Mauritius Cornelis Escher, artista holandés cuyas geometrías imposibles cargadas de surrealismo conocí gracias a la revista Planeta.
Estoy recordando, a raíz del arribo
de una comisión investigadora, un par de tardes del otoño pasado.
Sostenido por su pluma neurónica el
visitante llegó en la noche de nuestro hemisferio, aunque era
probable por los registros globales que intercambiamos de manera
continua las 49 islas que se dispersan por el único e inmenso océano
del planeta, que hubiera estado observando desde la órbita del otro,
antes de iniciar el descenso por el pozo de gravedad.
Ubicarnos fue fácil. Sus sensores le advertirían del enorme consumo de energía que ocurría en el
tagalpón*, una edificación tan grande y elevada que tenía su
propio sistema de nubes, con mesones flotantes, hidromáquinas,
estampadoras tetradimensionales, tramoyas y engranajes, mecanismos
aracnoides por doquier e inmensos cojines para dormir la siesta. Hay
49, uno por cada isla, pero era con el mío con el que firmo la
minuta de uso.
Nos regalo un auténtico cielomoto con
trinos de aves matizados por olas arrulladoras, luego silbidos y
crujidos atronadores precedieron su aterrizaje en una vaguada a menos
de diez mil moas **, de inmediato realicé los cálculos del área
devastada por sus descargas de neutrones en el bioma y las pérdidas
de la biocenosis, muchas plantas y bestezuelas ardieron o se
desintegraron y lo agregue a su cuenta, había firmado por siete
esferas, y aunque ese período ya dejaba un estupendo beneficio, era
un crímen ambiental... y esperé su arribo.
Me sentí como si su presencia
constituyera el punto de partida de otra historia, sólo sabía que
el instante de partida correría parejo y en simultánea con las
peripecias del viajero y que se abriría despacio y en paralelo con
los detalles de los encuentros y características de los
acontecimientos que ocurrirían en el tagalpón, entretanto él
trazaba su estela de deseos y que yo trataría de no mezclar con lo
cotidiano. A pesar de su rotundidad insolente y actitud descaradamente asertiva, desde el momento de su llegada estuvo
signado por la impronta del fantasma, por la premonición de la
desaparición.
Muy temprano su hoverantigrav se posó
en la terraza. Orondo y restallante, ungido de altanería y sobrado
de malicia avanzó a paso de carga hacia mi cubículo; sin necesidad
exigió inmediato acceso a la “pantalla de éxtasis” ya que su
visita estaba programada y yo preparado para acompañarle, le gustaba
agredir más que gozar. Empecé a cargarme de reticencia y decidí
que cometería algunos errores en el recorrido y que lo alargaría
sólo para provocarle; sin embargo los resistió y a pesar de
retorcerse y balancearse ningún improperio pronunció. No llegamos a
la “pantalla de éxtasis” y decidimos dejarlo para la tarde.
En el tagalpón comer y platicar en
simultánea es uno de nuestros placeres y lo compartimos con los
visitantes, aunque con frecuencia no parezca acertado. Lo conduje al
mesón central y nos sentamos. Durante el opíparo almuerzo que
degustamos tampoco se comportó a la altura profesional que se
esperaba de un agregado bélico jubilado de vacaciones y aunque
conversamos de la red defensiva de Bijagós*** por su oficio para
complacerlo, invariablemente derrochó sarcasmo y hasta burlas
solapadas, denostando cuanto pudo nuestras conexiones defensivas y
ofensivas que dijo haber revisado cuando orbitaba; en su soberbia
semejaba un fortín erizado de misiles invulnerable a cualquier
maniobra o ataque, como si me adivinara el pensamiento lo reafirmó al
acentuar rubricando cada palabra: ¡Soy indestructibible! ¡Viviré
lo que me de la gana”
Ante los espléndidos platos servidos
se mostró indiferente; diré que somos famosos como horticultores
multidimensionales, nuestros huertos que integran cavernas
subterráneas, superficies entrelazadas en varios niveles para
cultivares tridimensionales y plataformas aéreas árbol&árbol
para cultivos de sombra poseen alta productividad, estupenda calidad
y biodiversidad extrema y variedad de sabores, lo cual tornaba
exquisito el menú. Luego se indignó por que era vegetariano. Le
indiqué que en la referencia entregada para que tomara una decisión
informada se recalcaba ese hecho, Replicó que lo único que
importaba de nuestro planeta era la “pantalla de éxtasis”, que
lo demás era si acaso trivial.
Explico, en cuanto a la red defensiva,
es crucial aunque la heredamos de las guerras de expansión entre la
centrópolis y los colonos, fueran “trashumantes”(aquellos que
decidieron morar en las naves viajando sin parar en torno a los
líneas de dispersión de la materia estelar) o “fijados”
(habitantes de planetas, planetoides, lunas o agregados) y que ahora
utilizamos contra las flotillas de los errantes -herederos de los
“trashumantes” que esquilmaban lo que pudieran a cualquier
víctima que encontraran o atacaran, y que por períodos se cobijaban
en los “esti” para reparar sus astronaves.
Continuo, Bigajós se constituyó en
punto de cruce porque en las inmediaciones -menos de diez semanas
luz- desembocan por lo menos un par de decenas de “wormholes”,
algunos aún funcionales, aunque en la actualidad varios se
encuentren en desuso y circundados por cinturones de desechos “esti”
(descripción del habitat: mazamorra de fragmentos cuánticos
semejantes a esponjas de Menger definidas y descritas por el
científico Greg Benford por método intuitivo) que reproducen en cierta
forma nuestras propias estructuras geológicas escherianas, sirviendo
como refugio de ultraindividualistas o pseudopiratas, motivo por el
cual nos dedicamos al mantenimiento de la red defensiva ya que en
numerosas ocasiones tales pandillas aunque disminuidas en furor han
intentado robar nuestros “cmfc: cristales multiplacas de flujo
constante”.
Me entusiasmo siempre que hablo de los
“cmfc”, emblema y motivo de orgullo para la comunidad, ya que por
procesos geológicos las cuatro capas de la corteza (ígneas,
metamórficas, sedimentarias y la especial de nuestro planeta que
llamamos grafitograso****) se movían a diferentes velocidades y la
masa ignea interna aceleraba y enlentecía su movimiento haciendo
saltar el polo magnético con gran facilidad -y de paso generando
esos exclusivos “cmfc” que nos permiten construir “pantallas de
éxtasis” únicas- y amontonando capas lubricadas que se deslizan
en flujos variables y se interpenetran unas a otras generando
enredados entramados topológicos a la manera de volúmenes
escherianos (figuras imposibles; teselados; escalinatas, cascadas y
mundos imaginarios) que giran en torno a si mismos sin quedar nunca
en el mismo nivel, una y otra vez hasta generar laberintos
superpuestos (lo que nos llevó al montaje de un fractal con
secciones que se abren a secciones similares, lo cual permite el
viaje. Refutó lo desplegado con una frase: “Todo suena como una
desmesurado tontería”. La paciencia con que me había armado se
agotó.
Y me lleva a esa tarde nuevamente, lo
suculento del banquete pudo albergar la intención de robarle oxígeno
al cerebro para incitarlo a dormitar, la verdad no ocurrió así, fue
casual, pero mientras hablaba la oportunidad se presentó y la
agarre, en extensas parrafadas mientras cabeceaba y en las pantallas
ilustradoras corrían las imágenes conté la historia de como
experimentamos y perfeccionamos el uso de los cmfc, primero como
juguetes donde se accedía a observar mundos de maravillas, luego
como generadores de filmes que relataban épicas aventuras y
finalmente como puertas interdimensionales de una sola dirección
(tendría que encontrarse adosada cual espejo una “pantalla de
éxtasis” del otro lado para poder retornar) que llevaban a los
usuarios a concretar sus deseos de hazañas y correrías.
Mi exposición tuvo un nutrido grupo de
acompañantes, en un semicírculo se ubicaron mis cofrades,
entretanto yo insistía en que al traspasar el dédalo enmarañado
mezcla de planos Mobius, superficies
de Riemann y botellas de Klein de la “pantalla de
extasis” se le concedía una cierta inmortalidad a quienes lo
recorrían, no sabíamos el motivo, para corroborarlo le mostré los
gráficos de seguimiento de muchísimos antecesores y reiteré como
en ese universo alcanzaban su destino y trascendían.
No negaré que escamotee algunas tablas
por aquí y algunas tasas comparativas por allá, pero el ex-militar
estaba encandilado, quería pasar a la ejecución inmediata de su
deseo. De ingresar a la otra dimensión. Me empeñé en desalentarlo
como era de rigor y le solté el dato del algoritmo marcando el
exceso de valoración que quedaría en nuestras cuentas, ya que ni
había llenado a quien se la podíamos devolver ni señalado lugar al
cual trasladarla. Pareció que no escuchaba o no prestaba atención.
Impaciente me ordenó que lo condujera al dispositivo, agarró su
macuto y empujó hacia adelante su tabla antigrav repleta de armas,
provisiones y aparatos, desechando los atavíos y artefactos de protección que le
brinde.
Se que la primera impresión al ver la
“pantalla de éxtasis” es anonadante, al descorrer la cortina
(mirar de manera continua la “pantalla de éxtasis” suscita
incomodidad y tensión) quedó por fin mudo y sin refunfuños frente
al artilugio, síntesis de la confluencia por momentos exacta y en
otros desordenada de seis... o cuatro espirales de caracol al estilo
transportador de paradojas repleto de graderías que se muerden la
cola, surcadas de manantiales que se retroalimentan y de
chorros de agua que caen hacia arriba -según se mirara-, por eso se
decía que la propia “pantalla de éxtasis” ingresaba a la
indeterminación oscilando entre las cuatro capas que originaban sus
componentes o el hexaedro de su estructura molecular, nosotros los
diseñadores sabíamos que ambas eran reales y que facilitaban las
desembocaduras mutuas de las secciones para el traslado.
Lo guíe hasta el umbral, más allá no
había seguridad, preferí antes que tocar su hombre o darle la mano,
inclinar la cabeza y doblar el torso, aprovechó no obstante para una
humillación final arrojándome una moneda y se lanzó a trepar
escaleras y recorrer pasillos, al rato desaparecieron sus reflejos,
había ingresado a la zona crítica.
Al regresar a mi consola, mis
compañeros me esperaban, aplaudieron y lanzaron consignas antes de
retirarse en medio de carcajadas. La adrenalina acumulada me provocó
temblorcillos que disminuyeron cuando el representante del equipo y
además mi mejor amigo se acercó y me dijo: No habrá consecuencias,
juraremos que tres veces le repetiste que “Inmortalidad no
significa invulnerabilidad”.
* Taller de imagenería, dioramas
crudos y cristales aleatorios
** (metros o algo similar)
*** Aún se narraba en las 49 islas una
leyenda relacionada con la llegada de las biocosmonaves que tras
recoger a los sobrevivientes de varios mundos agonizantes en el brazo
galáctico más allá de “Cisco Negrura” devastado por una
supernova colosal, los fueron distribuyendo y sembrando. Cuando
acoderaron en el que sería nuestro planeta el grupo que comandaba a
quienes descendirían afirmó que descendían de la estirpe de una
isla terrana muy pobre, donde se mantuvieron con dificultad pero con
dignidad gracias a su pericia con los huertos y en honor a ese
recuerdo elegieron el nombre.
****Grafitograso, derivado del carbono
que en otros planetas se adhiere a las rocas metamórficas, aquí se
presenta como estructuras laminares superpuestas que funcionan cual
lubricante con poder penetrante y disolvente que estimula la mezcla e
intercalación de las otras tres capas, lo cual ha influido en la
arquitectura que diseña edificios enormes de escaso peso por la
fragilidad de la corteza. Influye asimismo la potente presencia del
inmenso océano que cubre un 85% del orbe gravitando sobre sus placas
basálticas para potenciar los efectos sobre la corteza de la masa
ígnea.
Las imágenes provienen de El País (con sus nombres) y de Pinterest (extraídos de mis recuerdos, ya que mi disco duro externo crackeó)
1. Ascending and Descending
2. Banda sin fin
3. Belvedere
4. Camaleones
5. Cycle
6. Day and Night
7. Harpy
8. ¿Quién dibuja a quién?
9. Relativity
10.Reptiles
11.Waterfall
12.Vampiros
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