Escudo de Agua: Vínculo Significativo Creador
Escudo de Agua: Diversidad es a Vida, como Vida es a Diversidad:
Deambulamos braquiando durante un extenso período antes de llegar a un río, sabemos que las defensas acuáticas de Glenoventras están comprometidas, no llenan las exigencias de seguridad, en apariencia no poseen defectos, sin embargo introducirse en su corriente es jugarse la piel al azar, para cruzarlos recurrimos a delgados puentecillos de madera, arcos que por su gran altura permiten observar una selva que sabemos de salvaje belleza, plena de peligros y aventuras excitantes.
Nos dirigimos a las nuevas plantaciones de bananales azules, que ya deben estar madurando y cuya explotación nos han encargado, en los mapas se iluminan las áreas entre las coordenadas que ya ingresan a esa etapa y viajamos. Dirijo las tres camadas establecidas durante el desplazamiento, la propia a la cual estoy adscrito como orientador militar, a una colateral sanguínea y a una colateral no sanguínea que se eligieron mediante procesos estocásticos.
Algunos creemos que la complejidad de nuestra cohorte es para llenar neuronas y sentirnos justificados, se rumora que dos rutas se abren ante quienes así razonan: suicidio o liderazgo. Personalmente nunca me he sentido atraído por la una o sacudido por el otro.
¿Qué estaba sucediendo? Tras varios centenares de ciclos sin problemas insolubles se infiltró en el hojaldre de interrelaciones complejas del manejo de los bocetos productivos en algún momento, un matiz de deterioro, que de insignificante iba alcanzando cifras cada vez más altas; cada asentamiento vigilaba su proyecto y aunque una red global proveía la data bruta de los múltiples indicadores implicados, cada proyecto (1 por planeta colonizante, y éramos 48) los procesaba de acuerdo a sus intereses;
Se rumoreaba que de los últimamente introducidos existían varios con trampa; nosotros para afianzar la provisión de bananas azules nos apoyamos en una reestructuración organizativa, mediante el origen del estanque donde fuimos creados y en una atención trashumante a las plantaciones, lo cual obligaba a dilatados y tediosos desplazamientos, pero entregaba una visión muy rica de los subprocesos que estallaban por doquier modificando las condiciones casi estables de las que gozamos por períodos bastante largos en el pasado.
Los bananos azules se caracterizan por un latido expansivo doble que recorre las plantaciones en los continentes con niveles de madurez uncidos a ese doble latido de tal manera que constantemente se puede cosechar; además poseen una combinación equilibrada de oligoelementos, minerales, vitaminas, azúcares, fibras y agua con características inéditas, ya que abriga multitud de especies de microvida que por circunstancias desconocidas readaptan la fruta a las necesidades de la especie que los consume, basta morderla y masticarla para que la masa de carbohidratos se transforme en un poderoso reconstituyente alimenticio, el sabor es como su tonalidad, con sutiles variaciones mientras lo paseas por la boca. Son muy solicitados y sus precios suelen oscilar al alza.
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Trepamos por la estructura del puente y pasamos al otro lado, para alcanzar la zona externa a lo coorganizado por el conglomerado, enormes y frágiles andamiajes crecen edificados al ritmo de las respiraciones de colosales bestias, que apenas si se percatan de nuestra presencia, no tememos porque no son “lengueteadores” que pueden darse el lujo de gastar una ínfima porción de energía para lanzar una lengua por alguna de sus innumerables fauces, atrapar a alguno y degustar un sabor exótico, son “mantenedores” que cuidan de los parámetros del bosque y mantienen vibrantes los factores ecosistémicos.
Este antiquísimo tipo de seguimiento y control es anterior a los robovigías de los emprendimientos que pululan en la actualidad por los continentes del planeta, automáticos, preprogramados y de acción continua. Según la histodata se han sucedido varias oleadas de esquilmadores galácticos surgiendo con frecuencia conflictos que nunca son duraderos, ya que se pierde más de lo que se gana si se mantiene la tensión bélica. Sospechamos de los autómatas, no obstante sin prueba alguna.
Somos los Desplazantes Azules, en perpetuo movimiento siguiendo las oscilaciones florales de los bananales que nos llevan al momento preciso de recogida, para cortar los pedúnculos de los racimos en el momento justo de su eclosión nutricional tumultuosa y única, acumularlos en las góndolas magnéticas que recogerán las lanzaderas de nuestra nave orbitando alrededor del planeta. Se dice que el contacto permanente, la alimentación y ciertas manipulaciones en el genoma nos trasmiten el color.
Existen asimismo tres versiones nuestras sobre el color que ostentamos; Traca: el primer grupo, tradicionalistas y cautos, sostienen que fuimos celestes desde nuestra concepción; Aseros: asertivos y osados, quienes argumentan que brotamos de las piscinas embrionales translúcidos, sin color alguno y que al contacto con los bananales nos tornamos celestes; Parim: paradójicos y imprevisibles creemos que al inicio éramos grises pero que al arribar a Glenoventras se dieron las condiciones para que viráramos a celestes. Ninguno de los grupos posee evidencias, pero contribuye a mantener el espíritu ardiente y la productividad alta mediante el debate permanente en los campamentos trashumantes donde organizamos los zurriburris de corte, recojo y apilamiento de las sucesivas cosechas.
Eufemismos sobran, comprendo que como líder debo adherirme a la jugosa nalga de la claridad perceptiva y encabezar esta tropa de primates longilíneos de brazos larguísimos que somos, cubiertos de una pelusa que brilla azul cuando la alcanza un rayo de sol, con nuestras mochilas cargadas de instrumentos y erizadas de utensilios, parecemos sin sombra excepto cuando cruzamos un claro y se revuelven y mezclan creando por un momento una sensación angustiosa. inquietante, cual si los cuerpos que las arrojan fuesen uno solo.
Descendemos en el primero de una serie de claros entrelazados cubiertos de diminutos huecesillos, baba de los numerosos y gigantescos gasterópodos que los habitan y aprovechan, telarañas surtidas repletas de animalillos diversos generando una dimensión especial, tubitos hincados en tierra repletos de líquidos que arriba en su salida se convierten en surtidores que humedecen el entorno y burbujas aéreas producto de los gases digestivos de los “mantenedores”, pero sobre todo de fragmentos endurecidos de leña-luz y sombras, que en la noche llegan a ser tan nítidas que oscurecía las imágenes de las constelaciones y las estrellas lejanas generando pozos sombríos en la bóveda celestial.
Pareciera que nuestros movimientos ensuciaran el aire mientras el domo de su vientre transparente guarda una hinchazón muy maternal, así que nos decidimos a seguir braquiando, surcamos con facilidad los claros y cada once metp (medidas estandar de tiempo planetario) nos detenemos a verificar que nos mantenemos en perfectas condiciones y aprovechamos para paliar el hambre estimulada por el esfuerzo continuo de la braquiación.
Quizás atraparé y le morderé el hombro a un saltamontes, su jugo verdoso caerá en mi lengua y su sabor electrizante me estremecerá pero no debo pensar en eso, podría empezar a alucinar y provocar un accidente, estoy en una situación grave, si alguien me preguntará la esencia de la misma contestaría que su volatilidad condensa el peligro y no dejarse atrapar por sus filamentos embaucadores deslumbrantes, la línea de conducta correcta para gestionarlo.
Captamos alteraciones en un claro si seguimos los datos de las pantallas elaboradas en el último pase, nos adentramos y encontramos que eso significa descubrir que los descomunales dientes de las colosales osamentas que lo cubren están o huecos o cribados de agujeros, en ese caso gusanos blanquecinos y ágiles se escabullen de ellos, para averiguar que ocurre recurro a los colaterales no sanguíneos. No debería dividir al grupo, pero la eficiencia obliga
Un par de claros más allá nos tropezamos con una extrema sequedad lo cual es raro, el polvo empieza a quemar, en la colonia que explota las canteras vecinas la situación es idéntica, están afectados tanto los laborantes semiesclavizados (semipersonas con derechos disminuidos y que están incluidos en otro proyecto sin relación con los nuestros) como las patrullas de Mecas: hoplitas centinelas (mercenarios corporados autónomos) que constituyen el mecanismo de control mezcla de camisa de fuerza y defensa territorial de la factoría.
Al reunirnos para deliberar los nombres y encriptaciones a las que accedemos desde nuestras pantallas de antebrazo, sugieren que la aparición de la sequedad se articula con el instante en que aquellos laborantes y Mecahoplitas murieron acribillados a dardos no registrados en la orilla de una playa de arena negra al final de la cuenca sin que se haya encontrado la causa ¿será por eludir un testimonio de contaminación con hidrocarburos... o por choques entre proyectos empresariales?, ¿estará relacionada con los dientes huecos?, los interrogantes se prodigan.
Era selva, playas y océanos que se repetían hasta el hartazgo, pero también misterio. No estábamos próximos a la zona de extracción de bananos azules y teníamos más problemas a resolver de lo habitual. Remontar hacia el pasado podía entregar explicaciones; sumergirnos en la complejidad manejar las tendencias, conectar acontecimientos y actores develar las ocultas motivaciones. Nadie nos pide, igual decidimos y como ya los parientes más lejanos se encargan de los dientes agujereados, los parientes más cercanos y el núcleo central de pertenencia de los Desplazantes Azules atenderán la sequedad y la matanza.
Lo primero en aparecer como dato relevante consiste en la carencia del factor de impulso ya que la evapotranspiración potencial se mantiene alta, aunque la evapotranspiración real es pequeña por falta de agua, ya que descubrimos que la misma está siendo captada por una autoadjudicación para extracción de petróleo no autorizada en la cuenca baja, y cuyos efectos se van manifestando en la sequedad, ese proyecto se sobrepone a los autorizados y es posible que provoque problemas como la probable aniquilación de la patrulla de hoplitas por los robovigías del emprendimiento ilegal.
Hay que recalcar que a pesar de la cercanía de los planes, que la factoría y sus canteras al no no llegar a practicar niveles sofisticados de investigación por interrelación, a los que accedemos nosotros por la extensión y variedad de nuestra concesión no tomaron medidas aunque permanecieron como presuntos sospechosos, para nosotros además destellan como causa lejana vinculados a nuestros equívocos rastros en los dientes, ahora hemos conseguido una corroboración que implica a los robovigías, no será fácil expulsarlos más la insistencia en difundir y dar a conocer lo ocurrido a la comunidad de cocolonizadores seguro dará frutos.
La reciente tendencia a automatizar los procesos productivos en Glenoventras debe revertirse, la combinación de niveles y dimensiones de fuentes dispares por planetas debe coordinarse y ejecutarse con cooperación y comunicación para descubrir las fisuras y reestructurar la biosfera sin alterarla ni dañarla. Exhalo y me congratulo; decidimos pernoctar con los hoplitas y laborantes compartiendo bebidas estimulantes, teas de leña-luz, manduca y cuerpos, mañana nos espera el misterio de los dientes.
Glenoventras posee un ritmo que vibra cual melodía captada por la biota intestinal de sus seres y los ubica en la dinámica de la danza donde entregan y reciben, la presencia de períodos históricos que describen a los colosales como suministradores de conchas para hábitats y en cuyos dientes siempre se conservaba un leve rastro de cadenas de nucleótidos que permitía tremolar en consonancia con la melodía planetaria, la cual copiaban y reproducían en una ruta genética que devoraba las variaciones que aparecían y las incorporaba a sus propias cadenas para la próxima generación o caía precipitándose hacia la catástrofe.
Sin embargo, en esta ocasión ese rastro se convirtió en miríadas de gusanillos que podrían en principio contaminar o fertilizar el suelo quedando abiertas las opciones para un eventual daño en el ecosistema de los claros que por efecto dominó podría provocar una catástrofe planetaria. Alguien tendría que hilar muy fino para introducir esas minúsculas alteraciones y generar un derrumbe en cascada de las equilibradas interrelaciones de las especies nativas.
Los leves toques ejercidos sobre los “mantenedores” y la evapotranspiración ligados a las acciones bélicas como la masacre de Mecahoplitas nos llevan a barruntar dos eventos tras discutir con abundancia: uno macro: un esquema de intervención externo a los 48 socios para degradar a Glenoventras y poder luego adquirirlo en subasta barato para estrujarlo extrayendo sus minerales y uno micro: una emboscada contra nuestro zurriburri, que no ha ocurrido por el descubrimiento en los dientes y posterior investigación con los Mecahoplitas.
Apenas se ha trasmitido la noticia a la red se emitió la orden de que en cada uno de los cuadrantes a cargo de los 48 cocolonizadores se aniquile cualquiera objeto, asteroide o simple basura espacial que se detecte como no registrada; sabemos que la reacción será definitiva pero la cólera nos enardece, nuestras mochilas se convierten en implementos para el combate y abandonando la ruta hacia la cosecha los zurriburris convergemos apuntando a la tropa enemiga, no podrán escapar, sus vehículos de reentrada atmosférica ya convertidos en pavesas por el fuego concentrado de los 48 nos permitirá que también en el bosque los aniquilemos y gocemos -quizás- de un final feliz.
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Justificación y Pinacoteca
Ya en el post anterior expresaba mi estupefacción ante la velocidad creciente del tiempo histórico & político con el empoderamiento de un sistema planetario multipolar sin hegemón y comprendí que la serie del Universo Multiversual Revisado que iba a impulsar con Horizonte Cercano necesitaba para arrancar de cuatro relatos dedicados a cada uno de los legendarios cuatro elementos fundamentales de la creación o energías arquetípicas del universo: Tierra (Piedra por otro nombre) o resistencia tenaz; Agua o fluidez adaptativa; Aire o vuelo onírico con virajes libres; Fuego o voluntad apasionada que modela el porvenir. Una vez establecida esa base estimular que crezcan raíces y tallos y ramas y hojas creando con ritmo ese rizoma de simultáneas germinaciones que plantaron Deleuze y Guattari para explicar el mundo.
Para ilustrarlo como no consulté o recogí de alguien alguna sugerencia retomé un proyecto abandonado dedicado a la princesa marciana Dejah Thoris de Hélium (Una princesa de Marte: primera novela de la serie marciana escrita por Edgar Rice Burroughs sobre John Carter) plasmada por Joe Jusko en sus aventuras y peripecias, caracterizado por un intenso colorido, composiciones dinámicas y exquisitas e imaginación desbordante más coherente que lo conecta con las similares particularidades de la obra de Burroughs. Sintetizando todos los cuadros se denominan Dejah Thoris por Joe Jusko
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